1963, Colegio Secundario, Montevideo, Uruguay. Polo Pereira, Jorge Fernandez, Esteban Hirschfeld, Julio Montero, Beto Freigedo se juntan a tocar temas instrumentales de “The Shadows” y covers de Little Richard. Tiempo después de actuar encadenados a sus instrumentos, y tras atravesar un lapso breve de fiebre beatle (menor que la de Badía, sin dudas), “encontraban su sonido” en aquellos primeros discos Stones.
La voz de Pereira se asemeja a la de aquel niño (bien) Jagger, aunque por momentos transmite cierta furia símil Van Morrison al frente de “Then”, en sus días de G-L-O-R-I-A. Las guitarras que suenan algo más limpias y el órgano eléctrico son las diferencias mas claras respecto de aquellas canciones rolingas. El estilo es el mismo.
Hubo un tiempo que fue hermoso y fue lejos, la verdad. Hablar de British Invasion por estas latitudes sería una exageración. Lo que existió (y existirá) es la mirada puesta en el Norte, esa fascinación eterna por aquello que acontece por allá arriba, en Inglaterra y -en menor medida- en EE UU. Los Mockers entonces, contaron con la particularidad de estar fuera de contexto. Fueron contemporáneos al rock and roll “sixtie” de grupos como The Sonics, The Kinks, The Hollies, Then, The Animals, The Chocolate Watchband, y demás etceteras, pero interpretaron ese estilo desde la periferia, desde un espacio físico de no pertenencia. Escucharlos hoy en día tambien supone una experiencia parecida, esto es, escuchar canciones hechas hace 40 años nos permite valorar de otro modo, en este caso desde un espacio temporal distinto. Lo que en el `66 pudo ser considerado una copia, hoy puede entenderse como parte de un estilo, que sabe dar grandes canciones y que perdura aún en estos días.
Resulta simpático entonces, escuchar a Los Mockers y pensar en un Swinging Montevideo o un Swinging Buenos Aires (cruzaron el charco para “pegarla!”) llenos de Mods en motos Vespa, de Rockers desalineados y de ojos saltones ante las primeras minifaldas. Una especie de evocación de un período no vivido, con la ventaja que supone no haber sido parte de aquello y lejos de una certeza histórica que quizá nos pueda mostrar cabezas engominadas en ciclomotores desvencijados, pelilargos sucios y viejos verdes fascinados por un par de piernas al aire.
Los Mockers se separaron en el `67, dejaron estas canciones.
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